PONGA PLAY ANTES DE BAJAR

sábado, 14 de junio de 2008

A MARIA CERVANTES, TRIBUTO A NORO MORALES




María Cervantes
(2005/07/01)
Por: Ramón Fajardo monchy51@yahoo.es

Recordaremos hoy en esta sección a la pianista, cantante y compositora María Cervantes (La Habana, 1885-1981), quien estaba respaldada artísticamente por el prestigio de su apellido paterno, pues era hija del gran compositor Ignacio Cervantes, al que ella veneró hasta el final de sus días. No resulta difícil comprender que, bajo la guía del padre, se enraizaran desde la infancia en María dos grandes amores: Cuba y la música.
“Desde chiquitica ya yo bailaba con un compás que no he perdido.
Mi padre empezaba con una danza, pasaba para una mazurca, seguía con un danzón, al mismo tiempo que yo iba marcando y saltando de ritmo como una consagrada.
¡Y tenía tres años!” La muerte de su padre, en 1905, llenó a María de una intensa tristeza.
Por más de un año se distanció de la música.
Mas un buen día comprendió que retomar la vocación orientada inicialmente por su progenitor era el mejor modo de rendirle homenaje.
Entonces decidió continuar sus estudios musicales con Gonzalo Núñez, un artista puertorriqueño residente algún tiempo en La Habana, y con Enriqueta García, discípula de Ignacio Cervantes. En 1907 María finalizó una obra de su padre dedicada a ella, la cual quedó inconclusa.
Le antepuso una introducción e hizo la segunda parte.
Luego el poeta Juan B.
Ubago le puso el título “Fusión de almas”, pieza que la cantante y pianista nunca dejó de incluir en sus conciertos. A los trece años de edad María Cervantes realizó su primera presentación pública en el Teatro Tacón (hoy Gran Teatro de La Habana).
Pero sería en el escenario del Campoamor donde efectuó su debut profesional, en 1929, año en que asimismo grabó sus primeros discos para la firma Columbia.
“Desde siempre no me he salido de lo mío.
Interpreto mis canciones de acuerdo con mi temperamento.” En aquel contexto su voz empezó a hacerse notable entre las de representativas figuras y agrupaciones de la época: Rita Montaner y el Trío Matamoros.
Durante 1930, cuando ya era popular como cantante, pianista y compositora, viajó a Estados Unidos de Norteamérica.
Allí volvió a grabar para la Columbia, y actuó en el cabaret del famoso actor e intérprete vocal argentino José Bohr.
Al regreso a La Habana su nombre apareció en las carteleras de los más importantes teatros capitalinos, junto con las más importantes figuras del arte criollo.
Durante décadas salió al escenario en un verdadero desafío al transcurso del tiempo, acompañada de su gracia inigualable, su auténtica cubanía y aquel carisma tan especial para expresar sus canciones y acompañárselas al piano.
A cada obra seguía una salva de aplausos.
Eran piezas que en su voz nunca morían, al igual que las danzas de Ignacio Cervantes, las cuales ejecutaba magistralmente al piano.
Sin duda alguna fue la más persistente divulgadora del legado pianístico de su padre. En calidad de autora creó canciones, boleros, criollas, valses y para piano.
Según la musicóloga Alicia Valdés, la Cervantes “como pianista se consagró a la música popular y se caracterizó por hacer prevalecer en sus interpretaciones el parámetro rítmico por sobre el resto de los medios expresivos.
No estudió canto académicamente pero cantaba con espontaneidad a la vez que se acompañaba al piano.
En ocasiones decía la canción conversacionalmente y lograba así una rápida comunicación con el público.” Por largos años María Cervantes se retiró del arte.
Sin embargo, reapareció el 22 de abril de 1965 en un concierto en la sala-teatro del Museo nacional de Bellas Artes, que se abarrotó de público.
Todos deseaban verla tocar de nuevo.
Y encontraron a la artista de siempre.
Nada había cambiado en ella.
Fue un verdadero acontecimiento.
“Hubiera querido retirarme de la radio, del teatro y que me recordaran como era yo, como estoy en ese retrato, sin espejuelos, sin canas, sin vejez, nada de esas cosas.
Pero hubo un segundo gran debut que no me pesa, porque si yo me hubiera retirado de verdad (…) me hubiera muerto ya; la música es mi vida, es la que me tiene…¿cómo decirlo, esto que yo siento, que si no me miro al espejo no me veo vieja, no me siento vieja?” Desde esa fecha, y hasta poco antes de su fallecimiento, mantuvo una constante actividad en nuestros escenarios.
Al despedir el duelo de la artista, Julio García Espinosa, a la sazón viceministro de Cultura, dijo: “Todos reconocemos la alta jerarquía artística que alcanzó María Cervantes en el dominio de nuestra música; todos recordaremos esa simpatía personal que proyectaba; todos admiraremos siempre ese fervor patriótico que la animaba.
Y es que la música, la cubanía de su carácter y su firmeza patriótica constituían partes inseparables de su vida.”

No hay comentarios.: